martes, 8 de abril de 2008

Tango




Recorro estas calles tan cargadas de agua y te busco en cada esquina. Busco tu brillo, el resplandor del sol cuando cae sobre tu pelo; pero no puedo encontrarlo.

A veces, mientras viajo y veo la ciudad en perspectiva, me siento dentro de un viejo tango.

Este colectivo con sus puertas de bandoneón y las esquinas, rodillas de la mujer más grande, me ponen en escena. Y solo falta la nostalgia: es por eso que te busco y por eso no te encuentro.

Es muy fácil añorar el tiempo pasado, no supone mucho riesgo. Pero este viaje, como un compás pegajoso, me lleva hacia un pasado inquieto.

Allá, en esa esquina, creo verte, reluciente, brillante y letal. Renacen mis ganas de besarte; pero no puedo quedarme, ni siquiera por una sola pieza. Tengo que irme de una vez por todas. Hoy vine a ponerle un fin a esta relación.

Dimos demasiadas vueltas, aun sabiendo que no íbamos a llegar a ninguna parte. Tanta fiebre y tanto deseo, tanta ira canalizada nos llevó a confundir un juego con el amor. Te hizo jugar a amarme, mientras yo jugaba a creerte.

Por eso vine a ponerle un fin a esta relación, que vos terminaste hace tantos años. Nunca pude seguirte el ritmo.

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Unos callan, otros olvidan.
Y yo lo canto recordándotelo.


Saber perder es bueno para empezar
a hacerse vivo.